El Romanescu (Brassica oleracea), es un híbrido de Brécol y Coliflor de la familia de las brasicáceas. El Brécol Romanescu fue documentado inicialmente en Italia como Broccolo Romanesco en el siglo XVI.
Como todas las especies de esta familia, es rico en vitamina C, fibra soluble y carotenoides. Se suele consumir cocido o al vapor aunque también se suele utilizar como verdura cruda.
Una de sus más llamativas características es que presenta geometría fractal en su estructura. Al final de la receta podéis ver una imagen del Romanescu (tomada de Google), me parece una verdura preciosa además de riquísima!
Ingredientes:
1 Romanescu fresco (las hojas que lo recubren deben estar verdes brillantes y tersas)
1 puñado de avellanas peladas y enteras
3 dientes de ajos
Aceite de oliva virgen extra
Harina
Sal
Pimienta
Nuez moscada
Instrucciones:
Limpiamos el Romanescu y lo dividimos en ramilletes pequeños, desechamos los troncos más duros (si no queremos tirar los troncos podemos pelarlos y cortaditos en láminas finas añadirlos a la ensalada).
Ponemos agua a hervir, la suficiente para cubrir los ramilletes, le añadimos un pelín de sal.
Cuando el agua hierva a borbotones, añadimos los ramilletes, bajamos el fuego y dejamos cocer hasta que estén tiernos pero al dente.
Los escurrimos y colamos el caldo de cocción que nos servirá para la salsa.
Ponemos 5 ó 6 cucharadas de aceite de oliva en una sartén amplia.
Freímos un poco los ajos pelados pero enteros y las avellanas, sólo hasta que tomen un poco de colorcito.
Retiramos y majamos en un mortero con un poco de sal hasta hacer una pasta, dejando algunos trocitos de avellanas que se noten.
En el aceite que hemos dejado en la sartén tostamos una cucharada de harina.
Cuando esté integrada en el aceite vamos añadiendo el caldo de cocción y cociendo a fuego lento sin dejar de remover para evitar grumos.
Dejaremos un mínimo de 15 minutos, para ello verteremos caldo poco a poco.
Una vez esté espesada la salsa añadimos el contenido del mortero, un poco de nuez moscada y removemos bien. El caldo que nos sobre no se tira, se guarda para una sopa.
Rectificamos de sal.
Ponemos los ramilletes en una fuente, salseamos y decoramos con avellanas enteras.
Servimos enseguida. Si se ha enfriado podemos darle un golpe de horno.
Riquísima!
Imagen de Google: